Estromboli - Stromboli - la Isla Volcán - Isla de Stromboli - Islas Eólicas

La más famosa y peligrosa de las Islas Eolias, Stromboli, es la joya de la corona de este archipiélago volcánico gracias a su volcán en erupción constante.

La isla, no demasiado habitada, ofrece unos sorprendentes contrastes de color. Su lado oriental, cubierto de verde, está salpicado por el blanco de las típicas casitas de arquitectura eoliana, muy similar a la mediterránea, formando todas ellas el pueblecillo de San Vicenzo. Sus playas y el resto de la isla, negra como el ébano, ofrecen a esta roca un aire tétrico y misterioso que invade el corazón de las personas acercándonos, de manera inusual, a esa naturaleza salvaje e indomable que domina la vida en la Tierra.

La Apacible Calma
Nada es comparable en el Mediterráneo a lo que se siente en otoño en esta isla volcánica perdida en el tiempo, dada a conocer por Ingrid Bergman y Rossellini en la película “ Stromboli Tierra de Dios”

No hay que tener prisa para llegar a Estrómboli. Aunque se puede llegar directamente desde el puerto de Nápoles, vale la pena escoger el camino más largo, atravesando esa parte de Sicilia dominada por el todopoderoso Etna, hasta llegar al puerto de Milazzo. Desde allí el viaje se transforma en una experiencia casi espiritual. En menos de cuatro horas se van descubriendo la mayoría de las islas Eolias y es difícil resistir la tentación de quedarse en alguna de ellas.

Nada prepara, sin embargo, al espectáculo que ofrece el volcán de Estrómboli, surgiendo del fondo del mar en forma de cono perfecto, coronado por fumarolas que cambian imperceptiblemente de color. El puerto y las minúsculas poblaciones de Scari y Piscitá, que componen su capital, siguen casi igual a como las debió de conocer Ingrid Bergman y Roberto Rossellini cuando vinieron a rodar en 1949 la película que daría a conocer al mundo la existencia de esta insólita isla.

Su medio milliar de habitantes se ha negado durante años a cualquier cambio que pudiese alterar el difícil equilibrio ecológico que mantiene este territorio intacto, aunque permanentemente amenazado por las actividades vulcanológicas. No se puede construir un edificio de nueva planta y cualquier restauración tiene que ser absolutamente respetuosa con el peculiar estilo arquitectónico de las islas Eolias, caracterizado por la utilización de una rotunda columna llamada “pulera”. Tampoco se permite el uso de coches y los carromatos que funcionan como único transporte en la isla no pueden circular a partir de las ocho de la noche. Es también importante saber que la luz eléctrica, que por el momento sólo se ha introducido en las casas y hoteles de la principal población, permanece ausente en calles y plazas, por lo que resulta imprescindible viajar con una linterna que será igualmente muy útil cuando se realice la ascensión nocturna a la cima.

Estrómboli no es un lugar para todo el mundo ni tampoco pretende serlo. Que nadie busque aquí grandes lujos y excesivas comodidades. El intenso contraste entre el color blanco o ligeramente rosado de las construcciones, con el negro de la tierra, combinado con un inconfundible olor a azufre, puede producir escalofríos pero también una magnética atracción que se transforma en un irreprimible deseo por subir hasta el cráter.

Primero, sin embargo, es recomendable dar una vuelta a la isla desde el mar, acercándose a Strombolicchio, un islote con una forma tan estrambótica que podría haber sido diseñado por Gaudí, para luego hacer una parada , si el viento lo permite, en Ginostra. Dice tener el puerto más pequeño del Mediterráneo y sigue obstinadamente alejada de la civilización al no permitir que se instale un generador eléctrico. Antes de volver hay que hacer un alto frente a la Sciara del Fuoco, la ladera por donde cae la lava desde hace al menos dos mil años y desde donde al anochecer se pueden ver las espectaculares erupciones del volcán.

LA ‘TERRA DI DIO’. Y después de saturarse del volcán hay que dejar tiempo para descubrir esa Estrómboli fascinante que dejó deslumbrada a la Bergman. La casa donde vivió durante más de cuatro meses, aunque señalizada, permanece vacía y abandonada. En el jardín crecen salvajes higueras, buganvillas y viñas trepadoras. No hay rincón, sin embargo, que no conserve algún recuerdo de su paso por la isla. Los viejos pescadores cuentan siempre que se les pregunte alguna anécdota sobre la tempestuosa relación de la actriz sueca con Roberto Rossellini que de alguna forma inspiraría la apasionada trama de la película que llevaba como subtítulo La Tierra di Dios.

La única novedad en Estrómboli que seguramente agradecería la Bergman ha sido la aparición de un par de carismáticos hoteles y sobre todo de tres o cuatro restaurantes extraordinarios que, aunque siguen fieles a la tradición marinera local, han sabido impregnar sus recetas de toques personales y novedosos.